El gigante dentro del enano. Feliz cumpleaños Hermanito


Voy a narrarte la historia de un bebé que llevaba dentro de sí un gigante, pero nació siendo un enano. Pon atención, porque el cuento va rápido, pues rápida es la vida; además tienes que ponerle mucho ingenio al relato, porque no sé como termina.

Erase una vez un bebé que nació con ojos grandes como bolas de billar, una cabellera negra abundante, y un cuerpo que llevaba consigo extremidades de un gigante.
El recién nacido parecía un enano, reía como gente grande, balbuceaba como si pudiera hablar y antes del año ya hablaba y caminaba. Cuando menos me dí cuenta el bebé ya no era un bebé sino un niño, uno precoz e inteligente, con una imaginación descabellada; yo creía que ese niño era un viejo viviendo de encubierto, porque sabía cosas que solo los viejos suelen saber, cosas del cariño y del amor, de la familia, de las diferencias, de las penas, de las reconciliaciones, del perdón y del olvido. Ese niño creció más y cuando tenía 9 años podía recordar cosas que había vivido a los 2 o 3; fue ahí donde noté que tenía memoria de elefante, y pensé que seguramente era así como se hacía pasar por un viejito, recordándolo todo.
Al niño le gustaba cantar y se memorizaba las letras de sus canciones favoritas, bailaba y cantaba en el patio de su casa, y no conocía la verguenza ni el pánico escénico, disfrutaba actuando con sus primos en obras teatrales improvisadas y lograba convertir una barda de patio en un blanco corcel.
También tenía talento para escribir, y escribía cartitas a su mamá postiza declarandole su amor incondicional.
El niño era un todologo, era un genio incomprendido, odiaba los deportes, los carritos y los juegos convencionales; él disfrutaba de viajar y conocer nuevos lugares, amaba ir a la escuela, era fanático de los rompecabezas, los juegos de memoria y los bloques y de escuchar las conversaciones ajenas.
El niño creció aún más y se volvió un adolescente, pero a él no le adoleció nada, esta etapa pasó como una brisa suave y alegre, conoció mucha gente, cambió de escuela, logró mantener a sus viejos amigos, e hizo muchos nuevos; siguió amando la escuela aún después de haber descubierto la frustración de no sacar siempre la mejor calificación, le salieron pocos barritos, y rápido perdió el peso ganado por su pubertad, porque se estiró y se estiró y terminó teniendo el cuerpo del gigante que llevaba guardado dentro de sí mismo.
El adolescente creció AÚN más y se convirtió en un joven adulto, y se fue lejos lejos de su casa, a perseguir muchos sueños; sueños que probablemente le llegaron hace ya muchos años, pero él ni siquiera se había percatado de ellos. Muy posiblemente los llevaba en su cabeza de bebé-abuelo-mutante con la que nació.
Y el joven adulto crece y crece y no dejará de crecer nunca, porque es ya un gigante consumado,un genio ahora comprendido, un hombre muy amado y un hermano en exceso querido.
Yo no sé cuánto más crezca este enano gigante, pero cada año en este día recuerdo la primera vez que vi a esta singular persona y  pues como mi memoria no es de elefante, no recuerdo haber pensado que marcaría de esta forma mi vida, pero así la ha marcado, para siempre unida al enano gigante que tiene una parte de mi corazón.

Te amo enanito.

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