La voz que no es cerebro, ni corazón, ni instinto. La que se combina y termina por ser yo.


Hoy regresaba de dejar a unas personas en la playa, venía viendo el paisaje y pensando en todo y en nada, en mis planes, el cómo me siento, el futuro, el hoy, cuando de pronto todo se me aclaró.
No sé bien como poner esta idea por escrito, pero lo voy a intentar...
Me gusta saber que hay momentos en mi vida en los que mi cuerpo tiene adentro un sentimiento tan fuerte que no lo puede contener y busca cómo liberarlo, así que llora o ríe a carcajadas.
No lo había pensado, pero tengo que sentirme bien de ser capaz de llorar o reir como si no hubiese un mañana. Siempre dicen que mi risa es muy escandalosa, mi llanto es lo opuesto, pero amo cuando las dos cosas se convinan, como hoy en el trabajo que me reí tanto y tan fuerte que empecé a llorar, nos estabamos burlando de las incoherencias que pasan en Cuixmala, como que el saber quien va a preparar unas salsas sea un asunto urgentísimo pero que si un huésped choca se clasifique como: "puede esperar" o ese tipo de cosas irreales, que pueden o matarte de un coraje o de la risa.
Y entonces mientras manejaba la idea me golpeó. Este trabajo es aún capaz de hacerme sentir así. Si estoy llorando por estar aquí, eso significa mucho, significa que me importa tanto que mi cuerpo no puede contener lo que siente y me lo quiere hacer saber, solo que no lo estaba escuchando; hoy por fin lo escuché... y por una vez en mi vida, voy a apegarme a mi plan, me voy a quedar hasta Junio, voy a ahorrar lo más que pueda y voy a disfrutar toda la frustración, el enojo, la risa, el llanto, todo lo bueno y lo malo que llegue a sentir; dejar de preocuparme por sentir tanto y preocuparme cuando deje de hacerlo...
Hoy fue el día en que me escuché, tal vez no me haya gustado del todo lo que oí, pero me voy a hacer caso. A fin de cuentas, el instinto puede ser un sentimiento engañoso, tiene el miedo mezclado consigo y desde hace un rato que quiero luchar contra mis miedos, así que me quedo, pero con una actitud diferente, más positiva, y cuando me sienta muy frustrada voy a recordar el día en que se me desbordó la alegría en Arroyo Seco y corrí como loca de un extremo a otro de la playa, riéndome con Don Mar; o el día en que en Perula un viejito alivianado me hizo la señal de "Amor y Paz" mientras lo veía enseñarle a su nieto como surfear, y sabré que tengo de aquí hasta Junio para seguir disfrutando de estas pasiones que descubrí en Costa Alegre.

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