Adentro mio


Hoy vi por tercera vez la película “Alguien como tú”, una comedia romántica bastante cursi, las cuales me gustan siempre. Y mientras la veía no pude dejar de pensar en que éstas películas, últimamente, me dejan añorando algo, ¡como si no tuviera a nadie! Lo cual me hace sentir mal, porque sí hay alguien, entonces, al terminar la película empiezo a cuestionarme. ¿Por qué, si estoy en una relación "feliz", por qué me siento así? ¿¿¿POR QUÉ???

Desde siempre he sospechado mi anormalidad y desde hace un tiempo que sé que tiendo a sabotearme, a arruinar lentamente mis momentos de felicidad; al parecer mi alter ego es un ser maligno, que se regocija en mi depresión, que considera un desperdicio el verme feliz.

Pero ¿Por qué? Me repito esa pregunta una y otra vez, tratando de ver si dentro de algún rincón de mi cerebro está la respuesta. No sé si realmente no la encuentro, o si estoy fingiendo sordera. Hoy me contesté algo que odié.

¿Será que ya no lo amo?

Esta vez que regresamos fue algo no planeado, no lo platicamos, no lo cuestionamos, por primera vez solo dejamos que las cosas se dieran, no hubo la pregunta de querer volver o no, solo lo hicimos, entramos a esta relación por tercera vez, en 10 intermitentes años, y entramos con fuerza, no esperando nada uno del otro. Entendiendo, al fin, que nos amábamos a pesar de ser tan diferentes y aún con lo complicado que puede ser llevar 10 años en nuestras espaldas.

Diez años de convivencia hacen la relación única, pues son muchos años pero poca experiencia en general, cuando conoces el amor a los 14, ni siquiera te das cuenta de lo que está pasando, vives la relación como cualquier otra.

Para mí fue una explosión, siempre fui apasionada, él es sumamente calmado, parecíamos condenados por nuestras personalidades opuestas y en cierta forma así fue, me fui un año a estudiar al extranjero y a los 3 meses de mi partida, terminamos, pero quedamos como amigos ¿Quién lo terminó?, ya ni me acuerdo bien, creo que fue algo mío, pero siento que él también lo necesitaba. A mi regreso, volvimos a empezar, y entonces nos reconocimos, ya no teníamos 14, a los 16 todo se ve diferente, ahí si se reconoce al amor cuando lo estás viviendo; así que cuando me lo topé de frente, lo entendí todo, comprendí que ya lo había visto, que a mis 14 lo viví y que ahora tan solo estaba renaciendo.

Creo que esos años fueron los que definieron el curso de nuestra relación, éramos dos mejores amigos que estaban perdidamente enamorados, recuerdo esos días poco, porque temó mezclar tiempos y desgastar mis recuerdos con todo lo que hoy somos.

Después vino el momento de decidir qué haríamos de nuestras vidas de forma individual, y la individualidad… nos separó, quedé en un pueblo milenario de olor a tierra mojada, en una universidad donde te enseñan a aprender, donde la teoría no es requisito, sino que la práctica (de vivir) te absorbe. Él terminó en la segunda ciudad más grande de México, en una universidad llena de tabúes y mucha, mucha teoría.

A pesar de la distancia, logramos mantener nuestra relación viva por unos años, pero eventualmente, quise algo más, lo quería todo, no quería ver a mi novio 3 veces al año, quería vivir una relación “normal”, salir de mis clases e ir a comer con “él”, pasear en bicicleta juntos, quería vivir lo que creía necesario. Así que sin mucho pensarlo, decidí acabar con todo, de tajo, no darle tiempo que me hiciera cambiar de opinión, no tuve siquiera el valor de decírselo en persona, una llamada bastó. Su llanto no parecía tan terrible a través de la línea de teléfono, así que sin importarme nada, colgué, resuelta a vivir, a hacer práctico todo lo que estaba aprendiendo, a explotar en mi juventud, porque parecía que la vida universitaria se me escapaba y yo sentía no haberla vivido aún.

Y viví, vaya que viví, una serie de estupideces en su mayoría, pero las viví al máximo, sin arrepentimientos, aprendiendo de todo lo que vivía, aprendí que el amor no crece en cualquier jardín, y que encontrar algo significativo no era tan sencillo, así que opté por divertirme hasta el cansancio, cuando me cansé de la diversión, caminé hacía el trabajo, porque trabajar nunca está de más; la tan valorada experiencia, parecía la mejor opción para olvidar que no estaba encontrando nada de lo que quise en un principio encontrar. Y cuando por fin me olvidé de qué estaba buscando fue cuando lo encontré.

Conocí a mi igual, horriblemente terco, mal humorado, sarcástico, y aferrado a no demostrar sus sentimientos, un yo en mi sexo opuesto, y al ser tan diferente a lo que siempre conocí, me enamoré. A veces dudo, si fue o no fue amor, pero en general creo que es por la terquedad de los dos que se me dificulta ponerle esa etiqueta. Lo amé lo más que pude, creo que para él fue igual. Pero solo 8 meses bastaron para doblar la hoja y aceptar lo que tanto me negaba… Seguía pensando en mi mejor amigo como algo más que eso, como el amor que nunca se iba a apagar. Así que decidí no engañar a nadie más, ni a mí misma, y confesarlo.

Un “aún te amo” bastó para regresar, y el segundo asalto comenzó lleno de dudas, pues fue repentino, fue no esperado por nadie, llegaron mis prácticas profesionales y decidí recortar distancias, así llegué a Guadalajara y vivimos seis meses de adaptación, para regresar a la ya conocida distancia al fin de las mismas, parecía que todo iba a funcionar, hasta que llegó a mi vida la tesis, en medio de ésta, el trabajo y mi beca, empecé a ser un tipo de “mounstro de la noche” , me salió mi primer cana, y entre otras cosas comencé a cuestionar mi relación, mi carrera estaba por terminar, llevaba 8 años enamorada de una persona y después de terminar la carrera “¿qué?” Como no supe responder, decidí terminar.

Para este punto no es difícil ver un patrón… soy demasiado impulsiva, tomo decisiones cuando mi estado anímico es el más bajo, pero sobretodo, me asusta el compromiso, la longevidad de mi relación siempre me ha asustando, ejerce presión sobre mí, me hace sentir obligada a hacer o deshacer de mi vida algo en particular, y cuando creo que soy más feliz, más completa, tengo que dejarla de lado, mi relación siempre ha sufrido los destrozos que deja mi crecimiento.

Una vez más dejamos las cosas como amigos, pero juré que era la última vez que lo lastimaba, “¡no más!”, dije, seamos amigos y nada más, nunca más. Hoy aprendí que el destino te echa en la cara el “nunca”.

Varios meses después del “no más”, el sentimiento de horror que causaba en mí mi actual trabajo (ya con mi carrera resuelta), me trajo a Jalisco, a Cuixmala, llegué a Guadalajara de inicio, y así es como llegué a él otra vez. No creo que ninguno de los dos entiende bien como pasó, pero sucedió que, no esperando nada, comenzó todo. Creo que sin tomar en cuenta los dulces 16, esta es nuestra mejor época, ambos somos muy felices de manera individual, y cuando nos vemos (cada 15 días) somos muy felices en conjunto, amamos nuestros trabajos, amamos los lugares donde vivimos, y nos amamos.

Pero mi anormalidad se asoma a la puerta y me pregunto ¿Por qué creo que ya no lo amo igual? O peor aún, que ya no lo amo más…

AGGGGG quisiera que alguien me ayudara a pensar, pero sobretodo, a contestar!

1 comentarios:

Diablo Guardián dijo...

Anormalidad, inestabilidad, sé de lo que hablas.
Hay veces en que me pongo del lado del "somos polígamos por naturaleza".
Luego eso de la longevidad o mas comúnmente rutina.
Ese pensamiento de que poco a poco hay que tomar las cosas mas en serio, que establecerse y formar otra célula social basada en el "amor" ¿ y eso existe en verdad?
Lo que creo es que a veces nos encontramos con personas que coinciden con momentos de nuestra vida, nos damos compañía mutua pero nada es eterno.
En tu caso creo que eres afortunada por tener esa persona que te ha acompañado durante la mayor parte de tu vida pero si yo estuviera en tu lugar estaría inquieto pensando que hay algo mas afuera que me estoy perdiendo y ese pensamiento me impediría vivir ese momento con esa persona, etc,
Eso... vive el momento, no busques que llegará ( dios parece oración de tarjeta de consolación !¡)

CIAO