Estoy leyendo un libro titulado Paula, así que más o menos me he olvidado de mi pregunta favorita, irónicamente, en el libro Isabel Allende se la pasa preguntándose lo mismo.
Es gracioso como un insignificante bonche de hojas hacen ver tus problemas tan pequeños, pero la magnitud de un problema, creo yo, es cosa complicada, porque cuando se trata de problemas hasta el definir su tamaño es difícil.
Cuando comparo mis problemas con aquellos que podrá tener un joven de mi misma edad que vive en el otro lado mundo, en un país en guerra, mis dilemas podrían parecer insignificantes, pero considero que la vida es más compleja que una plana comparación entre personas que son diferenciados por mera geografía o política, porque al final del día, esas dos personas pueden tener el mismo nivel de devastación interno, no? Suena estúpido tal vez, pero no creo que lo sea, ¿qué acaso no todos vivimos nuestras guerras internas?
Sin embargo, recuerdo que cuando era pequeña mi mamá solía hacerme sentir mal con “los niños de África”, si no comía, me los recordaba, si no usaba mis zapatos nuevos, me los recordaba, si me quejaba de lo que no tenía, me los recordaba, utilizaba el castigo emocional para amedrentarme y mantenerme en raya, supongo que funcionaba, pues era de sus frases favoritas. Hoy pienso que mi mamá, se iba bien lejos, hasta África, tal vez hubiera sido una mejor enseñanza sacarme a la calle en uno de esos momentos, llevarme hasta alguna esquina y que viera a los niños pidiendo algo que comer, eso sí que hubiera funcionado mejor.
Hoy ya con unos años a cuestas me duele voltearle la cara a la miseria en la que vivimos, y es cuando mi ¿por qué? toma mayor sentido, adquiere otro significado, aún más enmarañado que mis dudas amorosas y es que tal vez mis pesares sean comparables con cualquier otra persona de mi edad al otro lado del mundo, pero dudo que sean equiparables a los de esas personas que vemos en las esquinas. Es triste como a veces me olvido de ese mundo… se me escapa la realidad en la que vivo, y me lleno la cabeza con ideas fantasiosas, que si es el amor de mi vida, que si no, que si hay algo más, ¡que cosas! En realidad a quien le importa, más que a mí, si estoy o no enamorada, bueno tal vez también le importe a mi pareja, pero fuera de los dos, a quien. Me pregunto qué hace la gente que piensa diariamente en este caos en el que vivimos… ¿cómo llevan sus vidas cotidianas? No es lo mismo ir por la calle e invitar una comida a alguien que ves en la esquina que dedicar tu vida a hacer un cambio en la vida de esas personas, me pregunto si a veces se les olvidan sus problemas por ocuparse de los demás.
Vaya vida que deben de tener tales corazones, llenos de amor y de amargura.
No sé si quiera de donde me viene todo esto, ¡el libro ni se trata de eso! El libro relata cómo Isabel Allende sobrelleva el coma de su hija… y es por eso que se pregunta tanto el ¿por qué?, ¿por qué ella? ¿Por qué tan joven?, miles de porqués, algo muy doloroso supongo yo, pero mis porqués también duelen, y esto derivo en mi recuerdo de los niños de África, los de México, pero en general, de la manera tan trivial que suelo vivir mi vida.
Sé que tal vez no sea el tipo de persona que dedicaría su vida a ayudar al prójimo, pero tampoco quiero volverme el tipo de persona que se olvida de mirar más allá de sus narices. No quiero ser una de las miles de bizcas que habitan en esta tierra.
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